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Comunicado 05-2024



MILEI, EL LIBRE MERCADO Y LA DERECHA


Seis meses cumple el Gobierno de Milei en Argentina. Y aún no ha hecho ni una sola de las reformas estructurales y de fondo que se requieren para salir del estatismo, e iniciar al menos la transición al sistema de libre mercado. ¿Por qué? Simple: porque carece de partido idóneo para esa tarea.


Muchas de esas reformas fueron incluidas en un DNU (“decreto de necesidad y urgencia”) rechazado por el Senado, y en una “Ley Bases” estancada en Diputados, que a diario sufre recortes que hacen inocuas las reformas. El acuerdo o “Pacto de Mayo” ya se cayó; y por el ajuste recesivo, también caen la economía y los ingresos, aunque no el apoyo en las encuestas, porque una mayoría decide todavía creer.

I


No es la primera vez que pasa algo así: en los años ’90, al calor del “Consenso de Washington”, varios presidentes latinoamericanos intentaron reformas para privatizar, desregular, y abrir mercados a la competencia. Pero quedaron a mitad de camino, o mucho antes. ¿Por qué? Por carecer de apoyo en los partidos, comenzando por los suyos propios: populistas, estatistas, y con sesgos a la izquierda. Sin partidos reformistas, no hay piso político favorable entre los congresistas, opinión pública, jueces, empresarios, las provincias, las redes sociales, y la calle.


En el Proyecto Cinco Reformas cultivamos “transitología”, campo interdisciplinario en Ciencias Sociales para los procesos de transición del estatismo al capitalismo liberal y democrático: unas 50 experiencias, en 40 países del globo, en las últimas 5 décadas. Muy pocos han sido los casos de éxito, porque varias son las condiciones, no fáciles de reunir; y la principal es un partido liberal y reformista bien vertebrado e implantado, con un programa consistente, y con peso y volumen suficientes en todo el país.


Milei no es liberal clásico como nosotros, identificados con el Gobierno Limitado. Es “libertario”, anti-Gobierno, y como tal detesta no ya el estatismo, sino el estado en sí. Y todo lo relacionado con el estado: política, gobiernos, democracia, constituciones, poderes, leyes, partidos políticos y elecciones. E ignora aquello que detesta, lo cual explica el desconocimiento y la improvisación.


Pero y entonces, ¿cómo ganó las elecciones? Esa es otra cuestión.


II


Milei ganó, según dijo en la Universidad Internacional de Florida el 10 de abril (a cinco meses de asumir), por la unión de tres casualidades, “triple carambola”: empresarios enojados con el entonces presidente lo llevaron a los medios para criticar a Macri; periodistas aprovecharon sus excentricidades para aumentar ratings de audiencias; y Milei canalizó la “bronca” contra el “kirchnerismo” y “la casta”, o sea la política. Luego se sumaron cuadros, operadores y técnicos “prestados”, ¡procedentes de la casta!


Como la masa de “libertarios” que lo sigue ciegamente, Javier Milei se dice “anarcocapitalista”: sigue el engendro ideológico de Murray Rothbard, uno de sus referentes principales. El anarquismo fue siempre de izquierdas, y extremo en violencia, antipolítica, antidemocracia e intolerancia, con mucho de lo cual Milei canalizó en su favor el virulento odio a la política y a los políticos: el voto “bronca”. Y recomienda Rothbard a sus seguidores hacer populismo; ¡que hizo Milei por toneladas!


Estas negativas influencias anarquistas son la consecuencia extrema del “economicismo”, secuestro y encierro del liberalismo, por parte de economistas que décadas atrás cortaron lazos con la política, y se recluyeron en sus torres de marfil pomposamente denominados “tanques de pensamiento: desalentaron y penalizaron en los jóvenes liberales cualquier intento por abordar la política, y así los impotentizaron e infantilizaron por varias generaciones. Hoy pagamos las consecuencias de esa grave omisión: los males presentes son resultado de los errores pasados.


Para colmo, Milei vive en el mundo bipolar de la “Guerra Fría”, años ‘50. Por eso, y contra la opinión de Rothbard, apoya el “otanismo” de Zelenski y el sionismo de Netanyahu. Y con la excusa de una “batalla cultural” contra la izquierda, que no se puede ganar sin quitarle a la izquierda el poder que tiene gracias a las leyes malas, Milei se abraza con Trump, Bolsonaro, Abascal, Meloni, Le Pen y Orban, conservadores en el peor sentido de la palabra, con poco libre mercado y mucho nacionalismo estatista, “proteccionismo” y populismo. Con Elon Musk, que vive de los favores del estado; y con Bukele, presidente ilegal.


Milei no sabe de la derecha buena, política profesional y partidista, la que hace las reformas en democracia. Porque con inteligencia, sin anarquismo, sin odio ni insultos, sin agresiones, sin gritos, sin populismos, palabrotas o aspavientos, gana elecciones al frente de sus partidos, como “Nueva Democracia” de Kiriakos Mitsotakis en Grecia, y al menos empieza las reformas liberales. O prepara el camino desde el Congreso, como debe ser: “Iniciativa Liberal” de Rui Rocha en Portugal.


Milei no puede hacer las reformas; que tampoco conoce bien, sobre todo las condiciones que las hacen realizables, de naturaleza política, no económica, referidas al partido reformista idóneo. Y es que como casi todos los economistas liberales, ignora que los problemas económicos son las pésimas consecuencias económicas de malas opciones de política: fundamentalmente el mal llamado “Estado de Bienestar”, un enorme monstruo inauditable, infinanciable e insostenible, hijo de los partidos estatistas. Así siempre habrá déficit fiscal, fatalmente, porque eternamente habrá más gastos que ingresos.


Si no hubo reformas; ¿qué hizo en seis meses? Esa es otra cuestión, tercera y última.

III


Hizo lo de siempre: “ajuste” sin reformas. El 11 de diciembre, un día después de asumir Milei, el Ministro de Economía Luis Caputo dictó 10 mini-medidas, para “eliminar el déficit fiscal”, dijo. Pero eso es lisa y llanamente imposible sin erradicar el estatismo, con reformas, y derogación de leyes malas. Ya antes, otras veces, se han intentado “ajustes” sin reformas, pero nunca con buenos resultados. En cuanto a la inflación, sí puede bajar, pero a costa de una grave recesión.


La economía argentina es rígidamente dirigida por el estado mediante una serie de instrumentos intervencionistas de dominio, control y manipulación, en todas y cada una de las actividades. ¿Eso es socialismo o “capitalismo de amigotes”? Es mezcla de ambos, como siempre, mediante lo que llaman “la botonera”, las palancas de comando estilo soviético. Ese es el contexto.


Y en ese contexto, todo lo que hacen Milei y Caputo es mover palancas: devaluación y control de cambios, impuestos a granel, licuación de ingresos, corte de pagos y ciertos maquillajes estadísticos y contables.


Bien se lo reprochan sus críticos liberales, muchos; por ejemplo, el salvadoreño Manuel Hinds, que le reclama “¡No en nombre de la libertad!” Porque todas las maniobras controlistas, intervencionistas y dirigistas de la economía tienen resultados fatales, sean aplicadas por socialistas, comunistas, fascistas, o sedicentes “libertarios”.


Con una diferencia: con estos “libertarios”, las culpas se echarán siempre sobre el libre mercado, el liberalismo, la derecha, “el capitalismo salvaje”. Milei nos hace quedar mal a los liberales: pagamos los platos rotos de sus fracasos, que en realidad son del estatismo. Y alguien tiene que decirlo.


1 de junio de 2024





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