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VII Foro Liberal de América Latina

El problema está en la derecha:

SIN PROYECTO POLÍTICO


“Década progresista” llaman las izquierdas a la primera de este siglo, liderada por Chávez, Lula y Dilma, Correa, Néstor Kirchner, Mujica y sus congéneres del “Socialismo del Siglo XXI”.


En la década siguiente, segunda del siglo, el inevitable péndulo dio el triunfo a muchos presidentes “centristas” que llamamos de “derecha mala”: Macri, Piñera, Kuckzynski, los “uribistas” colombianos, y sus congéneres de otros países. Tibios, incompetentes y necios, fracasaron todos, sin excepción


Ahora, otra vez las izquierdas avanzan arrolladoramente, y recuperan terreno. Esta fase comenzó en 2018 y 2019, con las victorias de López Obrador y Fernández-Kirchner, en México y Argentina, las dos puntas de Hispanoamérica. Siguieron las izquierdas ganando en Bolivia (2020), Perú, Chile y Honduras (2021); sin olvidar que mantienen en su poder a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Este 2022 se preparan, y hábilmente como siempre, para ganar Colombia en mayo, y Brasil en octubre. Esta va a ser la “segunda” década “progresista”.


El problema está en la derecha, totalmente carente de un diagnóstico veraz, y de un proyecto político subsecuente, para afrontar los desafíos. Por eso no saben, no quieren o no pueden hacer las reformas de fondo y estructurales cuando les toca turno para ser gobierno. El descontento popular es el resultado. Y cuando las izquierdas regresan, y entonces les toca ser la oposición, se resisten a reflexionar, rectificar caminos, y adoptar un proyecto político como el nuestro: La Gran Devolución y las Cinco Reformas, hacia el CAPITALISMO PARA TODOS, mediante privatizaciones, desregulaciones, y apertura de los mercados a la competencia libre.


1. Por empezar, las derechas ni siquiera entienden el proyecto de las izquierdas, que comenzaron Marx y Engels, con su agenda de 10 medidas o políticas públicas, en el Manifiesto Comunista de 1848, para tomar control estatal de las ramas de la producción y economía, finanzas y educación. En el siglo XX aplicaron este decálogo en las “leyes malas” procedentes de tratados internacionales. Así tomaron el poder. Pues desde la esfera institucional y política extendieron su dominio a la educación, la prensa, arte y cultura, tribunales, y hasta iglesias cristianas. No es un “fracaso”, es uno de los proyectos más exitosos de la historia. ¡Qué pena!


2. Ahora, desde el poder conquistado por el marxismo clásico, las izquierdas nos tiran encima la agenda del marxismo cultural, martillando la vieja dialéctica hegeliana sobre otras contradicciones además de proletarios contra burgueses: extienden la lucha del socialismo anticapitalista a la contraposición de jóvenes y viejos, mujer y varón, indígena y blanco, homosexual y heterosexual, humanidad vs. planeta, individuo contra autoridad, etc., provocando el caos y el desorden que les permiten avanzar. No es algo “nuevo”; todo está ya en las obras juveniles de Marx, y en las de Engels. Abraza estas “nuevas luchas” pero sin renunciar a las leyes malas del siglo XX, ni a la mentalidad anticapitalista que las promovió e impulsó. Al contrario; porque les han dado el poder, que siempre confirman, amplían y refuerzan; sin ceder un ápice.


3. En los ‘90, unos gobiernos “neoliberales” tuvieron proyecto: el Consenso de Washington, ciertas reformas puntuales que su creador, John Williamson, vio como el primer paso urgente en la dirección correcta, aunque “necesarias pero insuficientes”. Carentes de argumentos, las izquierdas les lanzaron la “histeria anticorrupción” y el lawfare o guerra jurídica, para que hacer creer que el problema real no es el socialismo ni el estatismo, sino la corrupción (y la “impunidad”). La derecha mala luego se las retornó, tal como bumerang, sobre todo con el escándalo Odebrecht, que sirvió para embarrar toda la cancha, y las izquierdas son expertas para jugar en cancha embarrada.


4. ¿Y la derecha qué? La derecha mala, politiquera y centrista, está muy “asimilada” a la izquierda: no se atreve ni a cuestionar las “conquistas sociales” del siglo XX. Apenas pretende algo muy mínimo, pero que sin embargo la izquierda nunca va a conceder: compartir el poder. Excepto migajas. 5. La derecha de los “influencers” de Youtube y redes sociales, muy dividida entre conservadores y libertarios que pelean constantemente entre sí (lo opuesto a nuestro “fusionismo”), pretende algo muy inefectivo: una “batalla cultural”, que puede expresarse en marchas callejeras y plantones, que duran un solo día, y no llegan al terreno electoral. Al igual que la derecha mala, aspiran a una “contención” que es inviable ya, por lo extendido y profundo del mal. Se dicen “la resistencia” al marxismo cultural, porque ignoran el marxismo clásico, del cual las luchas culturales son una continuidad, y nunca una ruptura. Son enemigos declarados de la política, los partidos y la democracia: están así muy lejos del poder, y por ende condenados al fracaso. No están asimilados ni vendidos a la izquierda; pero están “rendidos”: abandonaron la política. Y al evadir la solución, y tal vez sin quererlo, son parte del problema


6. Hay figuras muy especiales y de admirar: no se rinden; y están en la política. Pero sin proyecto, por ej. José Antonio Kast (Chile), Javier Milei y J. Luis Espert (Argentina), y Ma. Fernanda Cabal (Colombia). Y sin proyecto eficaz, están perdidos, como Jair Bolsonaro, aún presidente de Brasil.


7. Nuestro proyecto es el único en el campo de la derecha, no hay otro. Somos LA ÚNICA SOLUCIÓN REALISTA Y VIABLE. Lo inviable es el sistema actual. Desde luego no hay solución a corto plazo; por eso el nuestro es un proyecto a mediano y largo plazo, como debe ser. Pero que empieza en el corto: colocando congresistas en los parlamentos, uno a uno, pero en número creciente, que puedan al menos poner sobre la mesa el tema de las leyes malas y las reformas necesarias, con vistas a una consulta popular.


8. Lamentablemente, no tenemos apoyo en la clase media, muy empobrecida y reducida, que reacciona muy mal: con resentimiento, miedo, odio, y otras actitudes emocionales negativas y sentimientos hostiles a la verdad y el sentido común. Por eso nos ignora.


9. Nuestra única esperanza de éxito es la clase popular, que hoy vota por los engaños de la izquierda, ante la ausencia de opción válida y atractiva. O que no vota, una decisión muy racional. Muy a diferencia de la clase media, tiene dos cosas: anhelo de superación, y voluntad de combate; y ambas se expresan en la economía informal o sumergida. A ella dirigimos este mensaje: la superación individual y familiar no pasa sólo por el emprendimiento comercial; también, e inevitablemente, por el emprendimiento político, para cambiar el sistema caótico, injusto y opresivo; ¡únete a nosotros!


10. Si el mensaje no puede llegar a la clase popular, por falta de recursos económicos, que es nuestra mayor condición limitante; o no halla eco favorable, entonces no hay salida para esta América Latina, por desgracia. Estos países seguirán hundidos en abismos cada vez más profundos, oscuros e imprevisibles de pobreza, miseria, ignorancia, polarizaciones destructivas y violencia, estéril griterío, con vendavales de inestabilidad, por la ausencia o extrema fragilidad de las instituciones. Y en medio de enormes confusiones, por la generalizada incapacidad de entender lo que sucede.


En caso tan infortunado, sólo nos quedaría SER TESTIGOS de las desgracias, señalarlas una por una, y apuntar con el dedo a los culpables, por acción como por omisión, no sólo en la izquierda, sino también en las derechas. Porque “los lugares más calientes del infierno”, según Dante Alighieri, “están reservados para quienes se mantienen neutrales en tiempos de crisis moral”, o algo así.


No obstante, oramos y laboramos para ser no sólo testigos sino “luz y sal”, como nos recordó a los cristianos de nuestro Movimiento el Dr. Stephen Perks, en su intervención muy iluminadora, la cual le agradecemos de corazón.


Nuestro mensaje y proyecto debe poder “enganchar” en la clase popular, y su gente, tan trabajadora y valiosa, unir sus esfuerzos a los nuestros, para ser protagonistas del cambio y de la historia. No hay otra opción válida para el éxito.


De los hispanos, Ronald Reagan dijo: “son conservadores, pero no lo saben”. Muy cierto. Porque en los migrantes, miraba nuestros principios y valores, dos en especial: el trabajo y la familia, dos pilares del capitalismo liberal, apuntalando respectivamente al libre mercado, y a una sociedad virtuosa. Por eso son los dos blancos a los que apunta respectivamente el marxismo clásico y el marxismo cultural. No lo ve así mucha juventud de clase media, empeñada ciegamente en hostilizarse entre libertarios y conservadores.


El grueso de la clase popular, cada jornada, día tras día, se levanta muy temprano y trabaja sin descanso hasta la noche, para sostener a su familia al menos, y progresar si se puede. A pesar de las innumerables vallas, dificultades, obstáculos, trabas y problemas creados por el actual sistema. Aquí hay ese anhelo de superación y espíritu de lucha, que no siempre se observa en la clase media.


Y por eso aquí ciframos las esperanzas para América Latina pueda salir del hoyo, levantar cabeza y caminar con firmeza y seguridad hacia la prosperidad y al verdadero progreso, por la vía política y no violenta; con partidos liberales y completos, y no con caciquismos mesiánicos; con democracia y no con tiranía. Ya desde esta década, y en las siguientes; rumbo a un futuro muy distinto al que nos acecha si las cosas siguen el presente devenir.


En los países llamados “tigres asiáticos” y “leones africanos”, la clase popular ha llevado la mayor parte del esfuerzo. Si los hay, en los “jaguares latinoamericanos” no va a ser de otra manera. Por supuesto, contamos con TU APOYO PERSONAL, cualquiera sea tu posición social, educación, oficio o circunstancia, indispensable para llevar a cabo esta patriótica y noble empresa.


Lima, Perú, 19 de marzo de 2022


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