Comunicado 05-2023
SOLUCIÓN DOS ESTADOS PARA MEDIO ORIENTE
Sobre el conflicto entre Israel y Palestina tenemos algo que decir, porque a cada estallido de violencia en Medio Oriente, se intensifican las fuertes exigencias y presiones para que los gobiernos latinoamericanos tomen partido a favor del uno y del otro lado, y así “comprarnos” un conflicto “importado”. ¡Como si no hubiera suficientes conflictos y problemas propios aquí mismo, en todos y cada uno de nuestros países!
En América Latina tenemos tanto comunidades judías como comunidades árabes; ambas muy nutridas y muy antiguas, y ambas han aportado muchísimo a nuestras economías, como asimismo a nuestra cultura, a la ciencia, a la educación y al ejercicio de las más diversas profesiones. Y ambas conviven en paz.
Es por esa poderosa razón que casi todos nuestros gobiernos han sabido mantener una sana tradición de neutralidad, que no debe ser abandonada, a riesgo de ganarnos la enemistad de unos o de otros.
El conflicto en Medio Oriente se hizo crónico porque ninguno de los sectores extremos, radicales y violentos en uno y otro lado, se aviene a la “solución de los dos estados”, que es la única solución pacífica, viable y razonable. No hay otra igual; no hay alternativa a la coexistencia que no implique la impensable destrucción y desaparición de los unos o de los otros.
Dicha solución consiste en asignar el territorio del antiguo mandato británico de Palestina al oeste del río Jordán, para la creación de dos Estados separados e independientes. Los límites están aún en discusión, pero en general se asume que el Estado de Palestina comprendería la Franja de Gaza y Cisjordania, “en teoría” administrados por la Autoridad Nacional Palestina. Esta fue la idea original de la ONU cuando en 1947 se aprobó el “plan de partición” en dos Estados, que se frustró con el estallido de la primera guerra árabe-israelí en 1948. Hace 75 años.
Pero nunca se aplicó realmente esta solución, porque lamentablemente los sectores extremos, radicales y violentos son los que han logrado posiciones de poder en uno y otro lado, en desmedro de los moderados y dispuestos al diálogo, al acercamiento de las demandas, a las soluciones negociadas y a la paz duradera.
¿Por qué los extremistas se han impuesto en cada lado? Sencillamente porque cada uno se ve respaldado por una red de alianzas y una constelación de “países amigos y leales”, sobre todo entre las grandes potencias, pero también entre actores medianos y pequeños, que apoyan las exigencias maximalistas.
Por esa razón, la solución pacífica de los dos estados, debe acompañarse del desligue de las grandes potencias, y el cese de los apoyos a los sectores enemigos de la coexistencia, a fin de que judíos y árabes hagan lo que por mucho tiempo hicieron antes de la “Guerra Fría”: convivir en paz. Y todos los demás países y actores deberían hacer lo propio.
En 1990, el presidente argentino Carlos Menem, hijo de musulmanes sirios, decidió romper con la tradición de “no intervención”, y enviar tropas a la Guerra del Golfo, pese a la oposición del 98 % de los argentinos, manifestada en las encuestas. Mucho después, el mismo Menem admitió que su mala decisión estuvo probablemente relacionada con los ataques terroristas a la Embajada de Israel en 1992, y a la mutual judía AMIA en 1994.
Aprendamos la lección. Sobre todo, los cristianos, que no estamos llamados a echar leña al fuego, sino todo lo contrario: a ser pacificadores, según leemos en Mateo 5:9: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.”
10 de noviembre de 2023
Presidente José Luis Tapia Rocha, Perú | Myriam Ortiz, Peru |
Jorge Chapas, Guatemala | Héctor Muñoz, Guatemala |
Alberto Mansueti, Argentina | Erick García, México |
Sonia Calderón, Costa Rica | Otman Domínguez, Colombia |
Pablo Paiva, Uruguay | Gustavo Romero, Perú |
Rodrigo Mora, Chile | Daniel Rocha, Bolivia |
Manuel Alarcón, Chile | Mijhayl Rondón, Venezuela |
Carlos Arenas, Guatemala | Fabián Cruz, Argentina |
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